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La novela histórica se ha posicionado como una importante fuente de ingresos en el catálogo de cualquier editorial comercial, ya que logra interesar a un amplio número de consumidores de libros, generalmente adulto. Son obras voluminosas (ya que la Historia es su argumento), especulativas, y con frecuencia se convierten en sagas. Un par de ejemplos sería Yo, Claudio, de Robert Graves, y La catedral del Mar, de Ildefonso Falcones.
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